Енгин Акюрек в "Дъщерята на посланика". Нови и стари проекти – Тема 398

[ENGIN AKYÜREK Y LAS EMOCIONES Episodio 17. Sefirin Kizi
Maria Fernandez·Четвъртък, 25 юни 2020 г.·

¿Por qué conecta tanto Engin Akyürek con el público? ¿Cuál es su secreto? ¿Por qué quien lo ha visto en varios de sus trabajos cree que es un actor excepcional?
Son muchas las razones por las que Engin Akyürek es un actor extraordinario. Para empezar, su carisma personal. En este artículo vamos a tratar una en concreto: cómo trabaja las EMOCIONES. Y para fijarnos en cómo lo hace, vamos a tomar como base el episodio 17 de Sefirin Kizi.
La materia prima con la que trabaja un actor/actriz son las EMOCIONES. La primera pregunta que un actor debe hacerse al estudiar una escena es la siguiente: ¿Cuáles son las emociones que tiene mi personaje? Las emociones básicas con las que trabajan los actores son: la alegría, la tristeza, la ira y el miedo. La cadena de emociones que sienta el personaje es lo que llamamos línea emocional.  A estas emociones básicas el actor irá añadiendo matices e intensidad. Por ejemplo: se puede estar alegre del 1 al 10, el 1 sería contento, una alegría leve, y el 10 una alegría enorme, de saltar y gritar. El director, junto con los actores que participan en la escena, suele fijar la emoción y el nivel de intensidad con el que se rodará.
¿Con qué emoción comienza Sancar el capítulo 17? Con el miedo. Con un miedo a un nivel muy alto, pero a la vez contenido, porque no quiere asustar a Nare, que está a su lado angustiada. En esta ocasión, Sancar tiene que ser fuerte y aguantar el tipo. ¿Cómo muestra Engin ese miedo? Pues gritando en mitad del bosque el nombre de Melek, buscándola desesperado y mirando de reojo a Neslihan. Esas miradas de soslayo a su compañera enseñan no solo el miedo de Sancar por su hija, sino por su madre. Engin interpreta la fortaleza de Sancar mostrando una calma falsa al hablar con la policía y al animar a Nare. Y lo hace así porque intuye que ella está al borde de perder el control.
A los pocos minutos del inicio del capítulo, la pareja llega a la mansión para hablar con Yahya y Melekşe. En esta escena Engin vuelve a trabajar con la emoción del miedo, pero esta vez unido a la ira. Cuando se tiene que pasar de una emoción a otra en una misma escena el actor debe tener mucho cuidado y control, porque no puede pasar de una a otra pegando un salto, sino haciendo una curva —lo que se llama una transición—. De lo contrario, quedaría falso. Sancar entra en la casa con Nare y se encuentra a su familia, entre ellos a su hermano (minuto 7:50). Engin trabaja en este momento con la ira. En vez de gritar a Yahya en cuanto lo ve, lo que hace es cargar la emoción poco a poco: primero mira a su cuñada, luego a su hermano y deja pasar unos segundos hasta que explota. Este control del «tempo» (ritmo en la interpretación) Engin suele manejarlo muy bien. Él sabe esperar, da información de las emociones y pensamientos del personaje con sus silencios (subtexto, ¿recuerdan?), y, cuando lo cree oportuno, dice el texto cargado ya con la emoción del momento. Por ejemplo, en esta escena, le grita a su hermano con ira cuando le dice que rece para que no le pase nada a Melek. Después, cuando Nare arremete contra la familia de Sancar y dice que lo quemará todo si le pasa algo a su hija, Sancar vuelve a tener miedo, mucho miedo, un miedo que Engin muestra tocándose el pelo, nervioso, agobiado por la situación. Cuando Nare arremete contra él, Sancar la calma transformando la ira anterior en tristeza. (Fíjense en su rostro en el minuto 10:45). La escena acaba cuando Nare se desmaya en sus brazos.
Pasamos a la siguiente. Sancar y Nare en la habitación. Ella sigue desmayada. Él la mira preocupado. Elvan le trae colonia y los deja solos. La emoción principal en esta escena sigue siendo el miedo, si bien en esta ocasión, el miedo va unido a la tristeza de Sancar. Engin vuelve a frotarse la cabeza para mostrar la preocupación de su personaje. Y después, sorprende y enamora al público siendo él quien fricciona con colonia la piel de Nare. El león de Sancar toca con suavidad la piel de su amada, mostrando así su lado más tierno y dulce. El director, Emre Kabakuşak, dirige con maestría esta escena. Utiliza el primer plano de las manos de Engin en el momento en que este acaricia a Neslihan. ¿Qué consigue con esta imagen? Poner la piel de gallina a todo el público.
Seamos claras. ¿Por qué nos gustan tanto los personajes que interpreta Engin Akyürek? Porque cada uno de ellos trata a su amor como el ser más importante y especial de su vida. ¿Quién no sueña con alguien así?
Volviendo a la escena de la habitación. Cuando Nare se despierta, quiere marcharse. Abre la puerta y se encuentra a Melekşe. Ahí Engin sigue con el miedo, pero esta vez lo trabaja con miradas incómodas a Melekşe y a su vientre. En contraste a esas miradas, Sancar sujeta a Nare por el brazo y, sin remordimientos, le cierra la puerta en las narices a la que se supone es su mujer. Está claro que, cuando Sancar tiene delante a las dos, siempre elige a la que realmente es su amor. Entran de nuevo en la habitación y se quedan solos. La emoción en Sancar sigue siendo el miedo. El objetivo: cuidar de Nare. ¿Qué hace para convencerla? Hacerla reír. Pero es una falsa alegría y los dos lo saben. Después, para seguir animándola, se sienta a su lado e intenta acariciar su rostro, aunque Nare no le deja. Fíjense en los movimientos que hace Engin para sentarse en la cama y para retirarle el pelo de la cara a su compañera, todos son movimientos lentos, suaves, ni rastro de impulsividad (minuto 18:12). Sancar enseña de nuevo su lado más dulce. Y, cuando consigue que Nare se tumbe y descanse, ¿cómo la mira? ¿A qué emoción ha pasado Engin? A la tristeza. Tristeza muy bella en su rostro.
En las siguientes escenas, hasta que encuentran a Melek, el miedo es la emoción principal con la que trabaja Engin. A esta se le unen además la ira y la tristeza. A destacar las miradas que Engin le lanza a Neslihan de preocupación. Son miradas como si estuviera buceando dentro de ella, intentando adivinar si Nare va a colapsar en cualquier momento (por ejemplo, minuto 25:00 y 36:28). Realmente, le importa y se preocupa por ella.
Hablemos ahora de la emoción de la alegría. En este episodio hay dos momentos de gran alegría:
1) cuando Sancar le da la noticia a Nare de que Melek está con Gediz sana y salva.
2) cuando los dos despiertan delante de la puerta de la habitación de Melek y descubren que su hija les ha tapado con su colcha.
El primero (minuto 48:50), Engin lo trabaja apoyándose en el gran abrazo que le da a Neslihan. Sonríe, sonríe abiertamente con los ojos vidriosos. Le toca el pelo, le acerca los labios al cuello sin llegar a besarla —siempre conteniéndose—. Es una alegría que Sancar comparte con su amor. Felicidad desbordante, pero contenida.
El segundo (1:54:55), vemos a Sancar feliz porque su hija parece que les ha perdonado, y después feliz porque ve que madre e hija han hecho las paces (1:58:20). ¿Qué muestra aquí Engin al quedarse de pie sonriendo y separadas de ellas? Por un lado, la generosidad de Sancar y, por otro, el reconocer que aún no se ha ganado el derecho de estar con ellas en un momento tan especial como ese. Parece que Sancar comienza a madurar, a entender lo que supone de verdad la responsabilidad de tener su propia familia, de cuidar de ella. Él es feliz viendo a Nare y a Melek felices. ¿Acaso el verdadero amor no es eso?
La ira. En este episodio la ira está en las escenas con Yahya, Melekşe y Gediz. Hablemos de las últimas, porque el personaje de Gediz está sufriendo un cambio importante. Se ha vuelto muy cruel con su amigo. Le hace comentarios muy duros. La diferencia entre este episodio y los anteriores es que Sancar ha dejado de ser violento, ahora se muestra más contenido, quizá porque ya no duda. Su objetivo es claro. Va a luchar por su hija y por Nare y no va a permitir que Gediz se meta en su relación, menos que aspire al amor de ella. Esa frase que dice Sancar, y que Engin pronuncia con firmeza y mirada asesina, es una sentencia para Gediz: «Este amor y ésta herida son míos».
El duelo interpretativo entre Engin y Uraz Kaygılaroğlu siempre es de muy alto nivel. No hay escena en la que los dos actores no den lo mejor de sí mismos. Los silencios, los pequeños gestos y miradas, la energía que circula entre ellos. ¡Una maravilla! Son como Rafa Nadal y Roger Federer, la rivalidad con el otro les hace esforzarse para subir de nivel en cada partido.
La tristeza. En Sefirin Kizi la tristeza es la emoción principal con la que juegan los protagonistas. Su historia es triste desde el principio, llena de ausencias, malos entendidos y de mucho dolor. La tristeza es como una segunda piel que llevan pegada los personajes a todas horas. Aunque sonrían, aunque parezcan que son felices, la tristeza siempre está ahí. Y Engin es un maestro en trabajar la tristeza en todos su niveles, interna y externa, del 1 al 10, solo y acompañado, de día y de noche… Como su compañera, Neslihan Atagül, extraordinaria actriz. En fin, la tristeza es la emoción principal en tragedias y dramas. No hay héroe/heroína que no lleve a cuestas la tristeza. Por cierto, la tristeza prolongada siempre desemboca en la ira. Son emociones conectadas por vasos comunicantes. Cuando rebosa una, surge la otra. Y en la vida cotidiana de cada ser humano sucede lo mismo. Si alguna vez se sienten muy enfadados, pregúntense mejor el motivo por el que están tristes. Si consiguen solucionarlo, la ira desaparecerá.
La tristeza en el episodio 17 destaca en la escena de Engin con Kavruk. El héroe (Sancar) no se siente héroe, sino un ser miserable. Dice que está solo y le ofrece a su amigo cambiarse por él. Está dispuesto a sacrificarse y pagar por sus errores. En este monólogo Engin vuelve a jugar con su personaje introduciendo una sonrisa en un momento dramático (1:40:00). Ríe, bromea con Kavruk, y de repente, vuelve a la seriedad al reprocharse todo lo que no debió hacer en el pasado. Con estos contrastes Engin le da mucha riqueza a la interpretación.
Por último, destacar cómo finaliza el episodio 17: como empezó, con la emoción del miedo. Pero esta vez Engin lo lleva a un nivel 10 de intensidad y sin contención (se tira al mar desesperado para alcanzar a Nare y continúa nadando a pesar de que le están disparando). Menos mal que Melek y Nare lo cierran con esperanza. La misma que el público guarda para septiembre, cuando vuelva a funcionar la montaña rusa de las emociones que nos regala Sefirin Kizi con el esfuerzo de todo su equipo.
P.D.: Como diría mi amiga Alejandra: «Engin es un ser de luz». Sí, pero su luz está trabajada a conciencia. No lo olviden cuando se sienten a disfrutar de sus personajes, por favor. ¡Buen camino a todos!
#EnginAkyurek
#sefirinkizi
María Fernández
Licenciada en Dirección Escénica y Dramaturgia
Universidad de Málaga]